
“Lo que está abajo es
como lo que está arriba
y lo que está arriba es como lo que está abajo".
Hermes
Trismegisto
El mundo de la
nanotecnología nos ha vuelto a sorprender con este automóvil eléctrico.
Se trata del auto, por
llamarlo de alguna manera, más pequeño del mundo, desarrollado a partir de una
sola molécula.
Aunque cueste creerlo, mide aproximadamente una milmillonésima parte de un auto tradicional y cuenta con cuatro brazos que actúan a modo de ruedas que giran gracias a los impulsos eléctricos producidos por una punta de metal terminada en tan sólo uno o dos átomos del microscopio con el que se observa. Basta con acercar dicha punta para que los electrones pasen del microscopio a la molécula generando un cambio estructural reversible que se traduce en un movimiento hacia adelante.
Aunque cueste creerlo, mide aproximadamente una milmillonésima parte de un auto tradicional y cuenta con cuatro brazos que actúan a modo de ruedas que giran gracias a los impulsos eléctricos producidos por una punta de metal terminada en tan sólo uno o dos átomos del microscopio con el que se observa. Basta con acercar dicha punta para que los electrones pasen del microscopio a la molécula generando un cambio estructural reversible que se traduce en un movimiento hacia adelante.
Para realizar su viaje inaugural (6 nanometros de distancia y en línea
recta) necesitó de al menos 10 explosiones o impulsos eléctricos.
Para
los científicos que desarrollaron este nanoauto, quedó demostrado que las
moléculas individuales pueden absorber la energía eléctrica externa y
convertirla en movimiento controlado.
Este es un paso importante para aplicaciones futuras como la construcción de nanorrobots y máquinas de transporte.
Puede sorprendernos, pero el mundo biológico está lleno de máquinas moleculares de las cuales podemos aprender todavía mucho. La contracción muscular, el transporte de nutrientes dentro de las células, el movimiento de los espermatozoides o los flagelos bacterianos, capaces de girar a 1000 revoluciones por minuto, por citar algunos ejemplos, se basan en motores de proteínas.
Este es un paso importante para aplicaciones futuras como la construcción de nanorrobots y máquinas de transporte.
Puede sorprendernos, pero el mundo biológico está lleno de máquinas moleculares de las cuales podemos aprender todavía mucho. La contracción muscular, el transporte de nutrientes dentro de las células, el movimiento de los espermatozoides o los flagelos bacterianos, capaces de girar a 1000 revoluciones por minuto, por citar algunos ejemplos, se basan en motores de proteínas.
No es muy difícil saber
hacia donde irá el futuro.
Motor flagelar bacteriano
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