Tecnología y Ciencia

Las palabras Tecnología y Ciencia son de las más utilizadas en nuestra sociedad, lo que no significa que hagamos uso de ellas de una manera correcta, exenta de ambigüedades. Para algunos, la tecnología es ciencia aplicada y para otros, la ciencia misma es una tecnología (blanda), la forma más eficiente conocida de producir y organizar el conocimiento.
Tomando como objeto de análisis la Ciencia y la Tecnología actuales, podemos llegar a la conclusión que ambas están íntimamente ligadas, como nuestra vida al oxígeno, pero no siempre fue así. Para demarcar bien los límites deberíamos comenzar diciendo que el hombre emergió como tecnólogo, obligado a vencer las dificultades del medio ambiente y para asegurar su supervivencia. El “hacer” se situaba antes del “saber”. El hombre buscaba controlar y cambiar la naturaleza. La introducción de la ciencia fue, en cambio, muy lenta. Si bien, ésta había tenido un desarrollo importante con los griegos, recién terminó de consolidarse hace sólo cuatrocientos años. Todos estamos de acuerdo en que la ciencia se ocupa de estudiar la naturaleza, de comprender el mundo en el que vivimos.

El objetivo de la ciencia es el progreso del conocimiento, mientras que la tecnología tiene por objetivo la transformación de la realidad.



Para despejar toda confusión, es importante mencionar que esta línea de tiempo no es una mera colección de artefactos tecnológicos, sino un proyecto interdisciplinario, donde los alumnos pueden pensar la tecnología desde diferentes puntos de vista (histórico, geográfico, ético, cultural, político, ambiental y en su relación con las ciencias). Dejar de lado el contexto nos puede hacer perder de vista el modo en que la tecnología nos afecta y a su vez es afectada por éste. Un ejemplo interesante es el de la cerveza. Los griegos y romanos rechazaban a la cerveza por ser una bebida típica de los pueblos bárbaros. Esta característica no estaba vinculada a ninguna verdad científica, sino a que la producción vitivinícola estaba muy desarrollada (factor económico), tanto en Grecia como en Roma, y que los pueblos bárbaros eran sus enemigos (factor político). Ni los griegos, romanos o bárbaros conocían el proceso de fermentación (factor científico) y sin embargo, fueron capaces de transformar, mediante ensayo y error, ciertos alimentos en bebidas alcohólicas.
Decir que no existía tecnología previa a la ciencia moderna es de una ingenuidad absoluta, ¿cómo podríamos interpretar la arquitectura monumental de la antigüedad (pirámides, acueductos, catedrales)?, ¿cómo podríamos explicar que a lo largo de la mayor parte de la historia humana, la tecnología floreció en sociedades, como las de la Edad Media, en las que la ciencia permaneció estancada y viceversa?, ¿es posible una tecnología sin ciencia? Por lo que vemos, sí es posible. En primer lugar, porque entre ambas no hay una relación de identidad, sino de condicionamiento. Si bien, en un comienzo los nexos entre tecnología y ciencia fueron ocasionales y puntuales, esta relación de dependencia se volvió más estrecha en las tecnologías más avanzadas como el colisionador de hadrones. Asimismo, es impensable una ciencia moderna sin el instrumental proporcionado por la tecnología. Sucede que la íntima relación existente hoy día entre Ciencia y Tecnología, ha desdibujado sus fronteras. En segundo lugar, queda claro con el ejemplo de la cerveza que los desarrollos tecnológicos pueden ser el resultado de aplicar otros criterios diferentes a los científicos, como los económicos, políticos, estéticos, culturales y ambientales. Resumiendo, la Tecnología no es Ciencia aplicada, ni la Ciencia, Tecnología.